Existe una expresión en inglés: “bench-to-bedside”, la cual traducida a nuestro idioma sería algo como “del laboratorio a la consulta” y quiere decir en simples palabras cuando un descubrimiento médico pasa de investigación a beneficiar al paciente común. El ejemplo más claro que viene a mi mente es el descubrimiento de la penicilina por el británico Sir Alexander Fleming en el verano de 1928 y su posterior producción en masa del 1940 al 1945.
Con las células madre sucede algo similar. Solo el INH o Instituto Nacional de Salud gastó en 2016, 1.5 billones, comparado con 1.3 en el 2015 estudiando todo lo referente a estas milagrosas células, ya sean autólogas, derivadas de placenta, embrionarias o IPS (inducidas).
Sin embargo, existe una gran desconexión entre esos 1.5 billones (y no incluyo instituciones privadas) y lo que realmente llega al paciente o ciudadano común como beneficio de esta cifra. La realidad es que en la inmensa (y literalmente reitero, en la inmensa) mayoría de los casos, este dinero empleado por nuestro gobierno no ha impactado absolutamente nuestra comunidad.
Instituciones donde se aplica clínicamente al “paciente común” células madre (en nuestro caso en la ortopedia), son contadas con los dedos. En una ciudad de 5.5 millones de habitantes, tratamos cada año exitosamente alrededor de 800 a 1200 pacientes que pasan por nuestro instituto para ser evaluados. En otras palabras, solo un 0.00016 % ha tenido el privilegio y la posibilidad de tener acceso a esta nueva tecnología.
Por supuesto, la pregunta lógica es ¿Por qué?
Podríamos estar especulando por varias horas sobre él por qué. Algunas de las respuestas caerían entre la realidad y la ficción alrededor de una conspiración de la industria farmacéutica para proteger sus ganancias en medicamentos, pero esto es algo complicado y no quiero entrar a divagar sobre algo a lo cual no me dedico.
La realidad es que si pudiéramos tratar más del 0.00016 % se incrementara la cantidad de pacientes en los cuales podríamos controlar el dolor de rodillas, cadera, hombros y obtener mucho mejores resultados sin efectos secundarios. Esto en comparación con los tratamientos corrientes que se realizan en la mayoría de las clínicas de los EEUU, infiltraciones y bloqueos con cortisona, los cuales no solo son bastante inefectivos, sino que producen un sinnúmero de efectos colaterales como: crisis diabéticas, sobrepeso, depresión, osteoporosis, caída del cabello, cataratas, pérdida de la fuerza muscular y destrucción del músculo entre otros.
Es la responsabilidad de todos exigir a las instituciones y a los investigadores una justificación de la inversión de fondos y de cómo los pacientes se van a beneficiar de dichos descubrimientos en un futuro. ¡Ya es hora que todos seamos contables cuando se trate de células madre y el futuro de nuestra salud!
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