En el 1991, se descubrió congelado en los Alpes un hombre conservado casi intacto, por más de 5000 años. Recibió el nombre de Ötzi y hasta la fecha, ha tenido el honor de ser el humano mas estudiado en la historia. Cientos de radiografías, tomografías y pruebas de ADN se le han realizado a través de todos estos años para conocer el tipo de vida, cómo se alimentaban y de qué enfermedades sufrían nuestros ancestros.
De los estudios sobre “el hombre de hielo” descifraron que tenía 46 años, medía algo más de 1.50 cm y tenía una dieta rica en carne. Además, padecía de artrosis en su columna lumbar y de sus dos rodillas, y también se especula que debía haber sentido dolores diarios en sus rodillas y su columna.
Curiosamente, 5000 años después seguimos padeciendo de esta enfermedad, la cual es una combinación de nuestra genética o DNA heredado de nuestros padres y un sobreuso de las articulaciones de la rodilla y la columna.
Sencillamente, las células madre están en nuestro organismo con la función de reparar y reconstruir el tejido dañado (también en Ötzi). Sin embargo, una vez que envejecemos estas empiezan a escasear y el cartílago empieza a desgastarse sin recibir reparación con la aparición de “huecos” y “baches” en la superficie articular, igualmente como lo padeció Ötzi en la edad de piedra. Pero a diferencia de Ötzi, 5000 años después tenemos la oportunidad de usar nuestras propias células madre para combatir el desgaste del cartílago articular.
Nuestra técnica, (la cual me enorgullezco de ser el pionero) consiste en el implante de millones de precursores de las células madre los cuales obtengo de la médula ósea o tuétano (que es un hueso de la nalga y NO de la columna vertebral ¡cómo muchos confunden!) y también de la grasa. Las células vivas se preparan y se implantan en las rodillas, caderas, columna o en el área que esté afectada y adolorida, todo en un mismo procedimiento, el cual toma alrededor de 45 minutos y se hace con una sedación “ligera” para que no se sienta dolor o ansiedad.
Aproximadamente de 8 a 12 semanas después del procedimiento, (tal vez antes) usted empiece a sentir el alivio de su dolor. Todo esto sin efectos colaterales de ningún tipo, ya que son sus propias células.
Cómo decía antes, usted ahora tiene la posibilidad que no tuvo Ötzi 5000 años atrás, las células además le ahorrarán una visita al salón de operaciones o de una vida llena de pastillas y narcóticos para controlar su dolor. Así que No deje pasar por alto la oportunidad que no tuvo el “hombre de hielo.”
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