Hace aproximadamente 15 años, me recibí como uno de los primeros médicos en graduarse como Especialista de Dolor a través de la Academia Norteamericana de Especialidades Médicas en los EEUU. Para ello, tuve que entrenarme por un año en todas las técnicas conocidas para controlar el dolor y también pasar un extenso examen nacional teórico y práctico.
El manejo del dolor es parte de mi vida profesional, es decir: “el pan nuestro de cada día” y como especialista y conocedor de la materia, representaba (en mis inicios) y continúa representando hoy día, un reto de gran envergadura. El dolor va deteriorando a la persona poco a poco, no solo físicamente, pero también psicológicamente, hasta perder toda esperanza y nivel de autoestima. La persona se va transformando en alguien totalmente desconocido y terminará aceptando cualquier tratamiento, sin importarle las consecuencias o posibles complicaciones.
Sin embargo, muchos de los tratamientos actuales para el dolor, no son realmente capaces de lograr efectivamente controlar dicho dolor, incluyendo: los innumerables medicamentos, pastillas e inyecciones de potentes drogas disponibles hoy día. En muchos casos, estos tratamientos convierten al paciente en dependiente y adicto a ellas y en lugar de hacer desaparecer la dolencia, usualmente solo la perpetúa. Así también, son las riesgosas cirugías que dejan al paciente básicamente dependiente de medicinas y a la larga, terminan sin resolver el verdadero problema.
Es por esto que decidí (hace más de 10 años) tomar el camino menos transitado y empezar a tratar mis pacientes con algo totalmente nuevo: Las Células Madre.
A pesar de lo poco que se sabía sobre estas nuevas “células” en aquel entonces, lo que había disponible de las investigaciones científicas (sobre todo de Células Madre Adultas Autólogas), indicaba que al menos era poco probable que causaran daño al individuo, ya que contenían su propio material genético. Estaba luego por probar su efectividad y eso fue lo que decidí hacer, en otras palabras, “aposté por este caballo nuevo que nunca había corrido”.
Diez años después, no puedo más que dar gracias a Dios por esta elección. Contrario a las medicinas para el dolor, especialmente los opioides (como la morfina y sus cientos de derivados sintéticos), las Células Madre no causan adicción y según mis resultados, son 10 veces más efectivas que cualquier medicina disponible en este momento. Un solo implante es necesario para hacer desaparecer el dolor de las rodillas artríticas, evitar una intervención quirúrgica compleja en la columna o reparar los tejidos de hombros y caderas, con el simple propósito de tratar de controlar el dolor.
Además, las Células Madre han demostrado su efectividad en hacer desaparecer el dolor de nervios en la cara, columna y piernas (padecimiento conocido como neuropatía periférica). Sobre todo, recordemos la importante ausencia de peligro y/o efectos secundarios indeseables para el paciente, que usualmente se presentan luego de una invasiva cirugía.
Hoy por hoy, hemos demostrado que las Células Madre Adultas Autólogas han devenido como “el arma principal para el control de cualquier tipo de dolor”, independiente de su origen y sobre todo, ¡sin poner en riesgo la salud o la vida del paciente!
Si usted, un familiar o amigo desean consultarse con StemCell Miami debido a su dolor o para saber si son candidatos a recibir sus propias Células Madre, por favor llámenos al (305) 598-7777. Si usted desea comentar sobre este artículo, o hacerle alguna pregunta específica al doctor, por favor hágalo a través de su correo electrónico: info@stemcellmia.com
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