Muchas personas que leen sobre Células Madre se preguntan cual es la diferencia entre esta nueva tecnología y lo que está disponible a través de su seguro, ya sea un seguro comercial o si usted está asociado a una clínica o plan HMO.

Por ejemplo, si usted viene padeciendo de dolor de rodilla, hombro, cadera o en su columna vertebral debido a una artritis degenerativa, su seguro le cubriría medicinas antiinflamatorias y de dolor, cierto número de terapia físicas y dos o tres inyecciones de cortisona (o “cresta de gallo”) o bloqueos en el caso de la columna, si después de esto continúa con dolor le enviarán a un cirujano para remplazarle la rodilla o fusionarle la columna.

Esto sucede una y otra vez, la mayoría de los pacientes no resuelven con las medicinas e inyecciones y solo se les brinda la opción de la cirugía, del cual todos (incluso los cirujanos) conocen de su riesgo.

Hace más de seis años que estamos consistentemente ayudando a combatir el dolor en este grupo de pacientes, ya que ahora nuestras estadísticas muestran que más del 80% de los pacientes que le implantamos sus propias Células Madre en la columna, rodilla, cadera u hombro son capaces de controlar el dolor, mejorar la movilidad y por tanto, aumentar sus actividades de la vida diaria.

Lo más interesante es que la mejoría en el caso de las Células Madre es increíblemente predecible. Alrededor de las 8 semanas 2/3 de los pacientes han empezado a mejorar a diferencia de la cirugía de columna y de remplazo articular que toma 6 meses, asistiendo a terapia física casi todos los días y sin contar el riesgo de complicaciones entre ellas la metalosis o rechazo a las virutas de metal en personas relativamente jóvenes.

La semana pasada atendí a un paciente (Kevin G) de 56 años que estaba padeciendo de un dolor en la cadera izquierda. Vino a ser evaluado pues había ido a la Clínica Cleveland y después de hacerle una radiografía, le habían diagnosticado osteoartritis de cadera y lo habían mandado a remplazarse la cadera sin más ni más.

Ni corto, ni perezoso, este inteligente americano preguntó por la alternativa con Células Madre y le dijeron que no se hacía allí, con la suerte que una empleada le dio nuestras coordenadas e información.

Después de examinarlo y determinar que si padecía de la cadera, procedimos a realizar radiografías donde detectamos que la otra cadera se estaba gastando también. Entonces prescribimos una resonancia o MRI para determinar el grado de desgaste y el área crítica, además que el grosor del cartílago se hace invisible en las radiografías.

En las próximas semanas estaremos, si Dios quiere, implantándole a Kevin sus propias Células Madre,  y esperamos su recuperación por los próximos años de sus caderas afectadas.

 

 

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